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Disparidad de consumos: Un país fragmentado

by enelmedio

 

Solo el 6% de la población argentina tienen ingresos promedio $20.500.000 (US$17.000). La clase media alta (todavía dentro del ABC1) ganan mensualmente $9.105.000 (US$7836).

 

 Andrea Sztychmasjter

La gran pensadora y critica Beatriz Sarlo tan en pantalla por estos días aseguraba que el argentino promedio decía ser de clase media. Es que esa categoría más allá de ser una concepción económica implica en nuestro país cuestiones definidas dentro de la propia identidad.

Sin embargo, a partir de la implosión de un nuevo modelo económico propuesto por el gobierno nacional esa concepción se ha ido desdibujando,

Un informe de la consultora Moiguer, titulado “Clase Media Argentina: el desacople (2025)”, ofrece claves interpretativas para pensar este proceso desde una mirada integral. Antes de pasar a exponer estos datos, le preguntamos a la politóloga Esmeralda Siuffi ¿Que contempla actualmente ser de clase media en Argentina?

La respuesta fue: “Ser de clase media en la actualidad se acerca más a la redefinición de un campo de batalla. Aunque podría relacionarse con el consumo también existe otra en referencia a la autopercepción”. Se refirió así a que en algún momento se relacionaba ser de clase media a un empleado estatal, que tenía ciertos beneficios como vacaciones pagas e indicó que actualmente eso no ocurre por la inestabilidad que conlleva ser un empelado hoy en día “Hoy en clase media en Salta se acerca más a alguien trabajando en una minera que a alguien que traba en comercio”.

Y agregó “me parece que hay que remitirse a un autor que es importante para pensar el tema de las clases como es Pierre Bourdieu y la caracterización que hace en la distinción o en los herederos. El concepto de capital cultural me parece que es central para poder pensar la clase media en Argentina y los cambios abruptos que está recibiendo que impactan directamente sobre su estructura, su conformación, sobre incluso la idea de pensarla como un porcentaje de la población en nuestro país, y cómo va en decremento, no solamente en términos justamente de ingresos, consumo, sino en esto de consumo cultural”.

La politóloga se refirió así también a la clase considerada “remadora”. La expresión “clase remadora” es una jerga que se refiere a la clase media, especialmente cuando se enfrenta a dificultades económicas o a la sensación de estar constantemente trabajando duro para mantener su estilo de vida o status social, a menudo en un contexto de desigualdad y aumento del costo de vida

Ahora sí vamos a los datos del informe:

La primera señal de alerta es de orden subjetivo. La autopercepción de pertenencia a la clase media ha caído abruptamente: mientras que en 2004 el 91% de la población se identificaba como tal, en 2024 ese número desciende al 47%. Esta transformación no responde únicamente a un deterioro del ingreso real -que efectivamente se ha producido-, sino a una ruptura en el vínculo entre los recursos simbólicos, materiales y culturales que históricamente sostuvieron esta identificación.

El estudio señala que la clase media ha perdido sus referencias estructurales. El acceso a bienes como la vivienda, el automóvil o las vacaciones, que durante décadas funcionaron como marcadores de status, ya no son posibles para amplios sectores.

4 de cada 10 argentinos cree que nunca va a llegar a comprarse su casa por más que trabaje y trabaje, mientras que un 44% no posee automóvil.

Respecto al acceso a la educación, considerada como movilidad social, un 40 % de los y las argentinas considera que pese a poseer un mayor nivel educativo que sus padres no obtienen un acenso social.

El informe señala además que 6 de cada 10 argentinos cree que un trabajo en relación de dependencia no es garantía de progreso.

Pero tal vez el hallazgo más relevante del estudio sea la existencia de un profundo desacople dentro de la propia clase media. Lejos de constituir un sujeto homogéneo, se advierten fracturas significativas entre la media alta (C2) y la media baja (C3). Las diferencias no son sólo de ingreso, sino también de capital cultural, acceso a servicios y horizontes simbólicos. Mientras el sector C2 mantiene prácticas de consumo globalizadas (manejo del inglés, viajes internacionales, acceso a tecnología), el C3 se aproxima peligrosamente a las condiciones estructurales de los sectores populares. Esta polarización interna dificulta la construcción de un discurso político unificador y pone en cuestión la eficacia de las categorías tradicionales de análisis.

De qué lado estas

El análisis de Moiguer y Asociados advirtió además que los segmentos medio-bajos y bajos se muestran restrictivos y con dificultades para afrontar gastos básicos, en tanto los medio-altos y altos expanden sus consumos con viajes, compras afuera y atesoramiento en dólares. Así, mientras que 50% no llega a fin de mes y 30% resigna gastos para pagar servicios, ٢٣٪ compra dólares y 11% consume en plataformas del exterior.

Por un lado, en mayo, cayeron las ventas en rubros como alimentos y bebidas (7,6%), calzado y marroquinería (0,5%), textil e indumentaria (1,8%), farmacia (1,5%), perfumería (5,2%), ferretería, materiales eléctricos y de construcción (2,6%), según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).

Por otra parte, el mes pasado crecieron las de bienes durables: 94% interanual los patentamientos de autos, 80% el turismo emisivo, 60% la importación de bienes, 18% el consumo de nafta premium y 9% la venta en Hot Sale, de acuerdo a datos de Scentia, la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara) y la Secretaría de Energía.

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