Por Félix González Bonorino
Fue allá por los ’90 que, con el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires, organizamos el Primer Encuentro Argentino de Narco Terrorismo. Vinieron de todas partes del mundo. La India, Pakistán, China, Sudáfrica, Gran Bretaña, Francia, EEUU y por supuesto Colombia, Perú, Bolivia y Argentina, había más.
Todos eran expertos en estrategia y todos contaban su experiencia nacional en la materia.
En esos años el Neocapitalismo había instalado con fuerza el gran enemigo que consistía el narcotráfico, pero no le alcanzaba para desencadenar la actividad represiva que atesoraba en sus planes de dominio globalizante.
La vinculación con el terrorismo se hacía importante, casi una necesidad.
Y había nexos fuertes entre los dos actores. Fundamentalmente, ambos necesitaban estar escondidos, por lo que los espacios, las geografías, se superponían. En el encuentro se habían descripto casos en la Cachemira, entre Pakistán y la India, al interior de Colombia y recuerdo que entre Sendero Luminoso y el narcotráfico en Perú.
Las conclusiones de aquellos expertos fue que haber implicado a las Fuerzas Armadas no había resultado bien en ninguno de los conflictos. En todos los casos había derivado en una pérdida de profesionalismo de las Fuerzas Armadas implicadas. En definitiva, una caída de la capacidad militar que les era propia. Y sobre todo, había caído en excesos.
El Plan Roca, que a pedido del Gobernador Gustavo Ruperto Sáenz y de la uniformada represora Patricia Bullrich, se despliega en estos días en la frontera norte de la provincia, caerá en el mismo resultado. Un FRACASO RUTILANTE. Si no algo peor.
¿Por qué podemos anticipar el desenlace?
Algunos criterios a tener en cuenta:
Las FFAA no son las Fuerzas de Seguridad, ni en formación, ni en entrenamiento, ni en los manuales de empeñamiento (son las reglas de intervención a las cuales se tienen que ajustar los actores), ni en armamento (esto podría ser lo menos complicado) y mucho menos en su marco jurídico.
El plexo normativo que consisten las Leyes de Defensa, de Seguridad y de Inteligencia, establece que las FFAA “solo” pueden participar como apoyo logístico de operaciones dirigidas por la autoridad competente. Por lo que podemos anticipar que habrá mucha ilegalidad sobre los hombros de nuestros hombres en armas, y no por culpa de ellos.
La función principal de las Fuerzas Armadas Argentinas y de cualquier lado menos la de EEUU, es capacitarse para disuadir al enemigo hipotético, de atacar a nuestra Patria. Para ello está preparada, para matar gente y romper cosas. Unos rompen aviones, otros barcos y otros camiones y tanques. Todos matan gente. Esa, y no otra, debe ser su formación. Si los ingenieros militares proveen agua a los chaqueños en sequía, es porque tienen esas capacidades en el marco de sus necesidades operativas previstas. No hay que confundir el orden.
La lucha contra el narcotráfico, que en esta frontera no es narcoterrorismo ni por las tapas, requiere de otras capacidades, otras especificidades. El empeñamiento necesario les es “contra natura”. Como sucedió en Colombia o Cachemira.
Gustavo Sáenz será el responsable de bajas en la selva yungueña. Será él, porque él pidió a los gritos; “saquen el Ejército a las calles” y ahí está.
Su ignorancia lo lleva a un proceso que defino como disfuncionalización del Estado.
Este consiste en tener maestras que dan de comer a los alumnos, médicos que hacen de enfermeros, intendentes que apagan incendios, gobernadores que distribuyan agua de los camiones y soldados que hacen de gendarmes o policías.
Empujar, correr, las funciones de los agentes públicos hacia funciones anexas, es una tendencia nacional que se apoya en la falta de presupuesto, pero, sobre todo, a la falta de profundidad en la lectura de la realidad.
Que un tipo que vivió de la política no entienda que cada parte del Estado fue construido a lo largo de las décadas para ajustarse a una función específica, porque así son efectivas, ya me tiene un poquito cansado.
Volviendo al encuentro de estrategas, contaba el experto peruano que un Coronel que había sido desplegado en el Alto Huallaga, un valle que compartían los terroristas y los productores de cocaína, respondía a la entrevista reservada, “sabe qué doctor, ¿quién resiste un “cañonazo” de 50.000 dólares?”.
Esa es la verdad objetiva a la que someterán, sin preparación a nuestros soldados. (Como ya hicieron con gendarmes y policías)
El PLAN ROCA es un error.
Una sola baja, un solo herido, que deseo que NO suceda, será responsabilidad compartida de Gustavo Ruperto Sáenz, dícese gobernador de Salta y de la represora serial Patricia Bullrich.
Y sobre ello, se hará justicia oportunamente.